El Tiempo en Cuenca

domingo, 2 de noviembre de 2008

Que Barreda mezcle el concepto de autonomía, con el de cuenca cedente, es motivo de que los alcaldes ribereños pusieran el grito en el cielo

El pasado día 18 de julio, escuchábamos por primera vez a varios alcaldes de los municipios ribereños del Trasvase Tajo-Segura hacer una crítica concreta y real, no solamente contra los desembalses que se repiten al tres por dos para llevar agua al levante; sino también contra la política de Barreda, que alienta la construcción de un nuevo canal hacia la mancha, y en general la que ha llevado la Junta de Comunidades desde el principio haciendo un apropio indebido de las compensaciones que deberían llegar hasta estos pueblos, por los pagos que realizan los regantes murcianos y que se destinan a otros lugares que no padecen el expolio.

Ya era hora; por fin hay alcaldes de los municipios ribereños que se deciden a quejarse de la construcción de “La Tubería Manchega” llamándola por lo que es, es decir, el nuevo Trasvase Tajo-La Mancha, que va a suponer un nuevo expolio, y además piden las compensaciones que les debe el Estado y la Comunidad Autónoma por el incumplimiento de la Ley del Trasvase, que data de los años setenta.

Y eso es exactamente lo mismo que lleva diciendo Independientes por Cuenca, desde que se conocieron los planes de los gobiernos Central –aún bajo el mandato de Aznar-, y Autonómico en tiempos de Bono como presidente y Barreda vicepresidente-.

Hoy en El Día de Cuenca se pueden leer las quejas de varios alcaldes; como el de Alcohujate que dice que el Trasvase ha traído la ruina a nuestros pueblos, lo que es absolutamente verdad, y que la carencia de agua es, a su juicio, la principal causa de que el sector turístico haya desaparecido por completo en estos años. Pero quizá una de las grandes equivocaciones fue hacerse falsas ilusiones sobre las posibilidades que podían ofrecer los pantanos, que se veían como auténticos mares en pleno centro de Castilla y sus pueblos más que ribereños, se vían como pyeblos costeros; y decimos que fue un error confiar en aquello, porque lo lógico era presagiar que el crecimiento del cultivo en tierras levantinas no tendría límite, así como el desarrollo de un sector turístico con grandes necesidades de agua que motivaría mayor demanda con el paso del tiempo que motivaría la desecación paulatina de los pantanos.

Los alcaldes de aquellos pueblos, y sobre todo los dirigentes conquenses con mayor grado de representación a nivel estatal y autonómico, se deberían haber fijado en los potenciales verídicos que posee aquella comarca, que necesariamente debe pasar por un replanteamiento completo de la explotación agrícola; con nuevos productos y técnicas de cultivo; y sobre todo un plan ambicioso que afecte a distintos aspectos, como las infraestructuras de comunicación, que debe costearse con los centenares de millones de euros que se les adeuda.

A nuestro juicio, una de las críticas que más se sitúan dentro del problema, la realiza el alcalde de Chillarón del Rey, Julián Palomar, al declarar que “aquí tenemos restricciones en verano y en mi pueblo hay 30 hectáreas de regadíos sin poder sembrar, porque el poco agua que tenemos es para beber”; y la del alcalde de Pareja cuando afirma que “Nos quedamos en su día sin tierras para cultivar y ahora sin agua y sin compensaciones”. No le falta razón a este alcalde cuando manifiesta que las inversiones con estos fondos “han llegado tarde”. Para el, debería haberse seguido el modelo de las compensaciones nucleares en la zona de Zorita y Trillo; pero sin embargo, se debe ser mucho más ambicioso al trazarse los objetivos, pues lo que se le debe a aquellos pueblos dan para mucho más que para una residencia de ancianos.

Nos alegra por tanto el giro que está dando la Asociación de Municipios Ribereños en sus planteamientos, y nos parece muy adecuado el Inventario de Recursos Naturales y Planes de Acción de Desarrollo para la comarca que están elaborando.

El anterior presidente de la Asociación de Municipios Ribereños de Entrepeñas y Buendía, Vicente Obispo, dijo incluso que espera “que se cumpla la caducidad del Trasvase, para que el agua del Tajo pueda regar la llanura manchega y contribuir así a hacer riqueza en nuestra región”.

Esto si no se ve, no se cree; entre que rieguen los murcianos que, quieras que no, están pagando por el agua que utilizan, o que rieguen los agricultores de la llanura manchega, que a buen seguro lo podrán hacer bajo la premisa de pertenecer a una autonomía en la que se encuentran la cabecera del río y los pantanos, y seguro que aún no estando la comarca que se beneficiará ni en uno ni en otro lugar, lo harán con reducción en los costes, y por tanto siendo éste el motivo por el que la zona ribereña dejará de ser acreedora, mal que no se le haya pagado lo que se le debe hasta ahora; pero ahí está la deuda para poder reclamarla.

Ya lo decíamos en otro artículo, que la Asociación de Municipios Ribereños de los pantanos del trasvase Tajo-Segura, nunca ha demostrado ser operativa en la gestión de las reivindicaciones de las poblaciones a las que representa.

Más bien al contrario, siempre ha servido a los intereses políticos y electorales de los gobiernos de Bono, y actualmente de su sucesor José María Barreda.

Es especialmente llamativo, que nunca se haya reclamado en serio los más de 200 millones de euros que la Junta les adeuda, por ser la administradora del dinero que pagan los regantes y que nunca ha revertido en inversiones de desarrollo para esta comarca.

Si es que se han tragado decenas de veranos sin agua en los grifos, y los alcaldes quejándose en silencio. Ni se piden inversiones reales de desarrollo, aun a sabiendas de que éstas se están realizando en otros sitios de la Comunidad Autónoma, pero fuera de la cuenca cedente, que es la que desde que se construyeron los pantanos ha estado condenada a la ruina y la despoblación.

A barreda le gusta decir que la cuenca cedente es prioritatia sobre la receptora. Efectivamente lo que dice Barreda es cierto, y la Ley establece esa jerarquía en cuanto a la explotación del canal; pero, sin embargo, cuando el Presidente emplea esa frase, no lo hace para favorecer los intereses de los pueblos ribereños, a los que quiere conformar con garantizar el agua en los domicilios y poco más, a quien de verdad está defendiendo es a una comarca ajena -la mancha de C. Real y Albacete- a la que llevará agua del Tajo, para hacer allí con ella lo mismo que hacen los murcianos ahora.

El solo hecho de que Barreda utilice el concepto de autonomía, para que se confunda con el de cuenca cedente -que es el único que ampara la ley del trasvase-, sería motivo suficiente para que los alcaldes de estos pueblos pusieran el grito en el cielo e intentaran impedirlo.

Con este peligroso falso silogismo que establece Barreda, los municipios ribereños se encontrarán en un futuro en una gravísima situación que, además, será de difícil reversión.

Si fueron claramente perjudicados cuando se hizo el primer reparto de los recursos hídricos dentro del ámbito del Estado, con la nueva situación -la tubería manchega- seguirán marginados, pero esta vez con la pérdida absoluta de derechos sobre el agua que se siga trasvasando, pues se dará la paradoja de que la nueva comarca beneficiada, será ya por ley a la vez cuenca cedente y receptora. Aunque se encuentre fuera del contexto geográfico en cuanto a la cabecera y el almacenamiento del agua y, en general, lejos de la realidad física del Tajo.

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