El Tiempo en Cuenca

martes, 7 de abril de 2009

La Plataforma Cívica por Cuenca va a recurrir la Resolución de la Secretaría de Estado de Fomento, que obliga a empezar de cero la Autovía de Teruel.









LA OPINIÓN.-
Se tenía que colar por la puerta de atrás, y el aragonés Víctor Morlán, el Secretario de Estado del Ministerio de Fomento, lo ha hecho. No podía ir con la cara por delante, porque sabe que lo que hace está mal, y se esconde con esa actitud que mantienen ya sabemos quiénes. Ayer, martes santo, el Gobierno de España, a través de una Resolución del Ministerio de Fomento, demostraba que su voluntad con respecto a la Autovía Cuenca-Teruel desde el primer momento ha sido no hacerla, y que han estado mareando la perdiz durante todos estos años, disimulando y engañando con estudios de trazado y de impacto ambiental.

Nunca nos ha gustado la figura de Morlán, y lo dijimos en rueda de prensa y en diversos artículos, un personaje que se presentó en Cuenca hace ya cuatro años y resucitó los fantasmas de los bosques encantados y los duendes de las montañas y las brujas malas, para empezar a acostumbrar nuestras conciencias a la idea de que de Autovía Cuenca-Teruel nada, porque nuestras ciudades se encuentran separadas por cordilleras y selvas que ni en los Alpes Escandinavos se encuentran dificultades tan grandes. Es más, el propio Estudio Informativo contenía ya las soluciones al impacto ambiental. Entre ellas, el túnel de 3,5 kilómetros en Pajaroncillo (Cuenca) o los viaductos en los ríos del Rincón de Ademuz.

Por eso no solamente no es creíble, sino que es rotundamente falso; es una excusa mentirosa. Por ejemplo, el pasado mes de enero se publicaba un informe del Ministerio de Medio Ambiente con dictamen favorable para el tramo del AVE que une Orense y Monforte, y que incluye afecciones tan graves que hace ridículas las que se relatan en el que había emitido unos meses atrás el mismo Ministerio para vetar la Autovía Cuenca-Teruel.

La Plataforma Cívica por Cuenca y Teruel Existe van a recurrir la Resolución de Morlán; es más, van a denunciar ante la Unión Europea la contradicción existente entre dos proyectos que se financian con fondos comunitarios, y que el uno se declara medioambientalmente favorable, el trazado para el Tren de Alta Velocidad Orense-Monforte, con impedimentos mucho más severos, mientras que se veta la Autovía Cuenca-Teruel con afecciones menores. Y eso teniendo en cuenta que ya de por sí, el estudio que se ha realizado para la Autovía que nos afecta, es más que cuestionable según los expertos que se han pronunciado.

Está claro que la mala política es aquella que se ejerce para beneficiar a los mismos perjudicando a los de siempre. Que el Gobierno de España elimine de un plumazo, con la eterna coartada del medio ambiente -como si en España y Europa no se estuvieran haciendo obras de mayor envergadura, en lugares con muchísima más complicación ambiental y orográfica-, no solamente una promesa de décadas, sino lo que era ya un proyecto consolidado con reflejo en el BOE, para el que en el año 2004 el Gobierno de Aznar había incluido 40 millones de euros que retiró el de Zapatero.

Que ahora nos liquiden este proyecto cargado de aspiraciones y bienaventuranzas para nuestra tierra, por el que los políticos de ambos bandos se han llenado la boca de los parabienes que nos llegaban; que nos hagan de nuevo esta mala faena, esta nueva jugarreta, como la que ya nos gastó otro gobierno del Psoe en aquella primavera del 92 cuando se fraguó el engaño masivo de la Autovía Madrid-Valencia por Cuenca; que nos liquiden nuestra moral y arrojen nuestro futuro por uno de esos despeñaderos por los que se lanzan los aguiluchos inocentes que esos falsos ecologistas, subvencionados y dependientes, convierten en culpables de ser los criminales de nuestro destino; alegar para argumentar el robo, que eso se debe a impedimentos que Dios o la Madre Naturaleza puso en el principio de los tiempos contra nosotros; en el siglo XXI es como decir que el hombre es inmortal por naturaleza, o que para siempre jamás es imposible lo contrario; o, sencillamente es tomarnos por gilipollas sin más.

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