EDITORIAL.- Las declaraciones que hizo ayer el Portavoz del Equipo de Gobierno Municipal, Miguel Ángel Monserrat, después del Pleno que paralizaba el expediente de privatización del agua -me niego a llamarlo externalización, porque me parece ridículo el término-, al decir que antes de ser conocido por la opinión pública lo de las amenazas de Ortiz, éste ya había amenazado al Alcalde, llamándolo canalla, y que iba a durar tres meses, revelan algo de tanta gravedad, que Pulido tiene la obligación de aclarar de inmediato ante la opinión pública si se corresponde eso con la realidad, cuáles fueron los motivos que condujeron a que un concejal del Equipo de Gobierno, y responsable de la dirección de áreas importantes de la Administración Local, tuviera un enfrentamiento de esas características contra él.
Si es verdad lo que manifestó Monserrat ante los medios de información, el Alcalde de Cuenca debe explicar qué era lo que se estaba ventilando en el Ayuntamiento cuándo Ortiz se dirigió a él en esos términos, por qué no hizo valer su autoridad, por qué dejó pasar el tiempo manteniéndonos a los conquenses en la más absoluta ignorancia, en qué preciso momento se produjeron los incidentes, y si las amenazas de muerte que recibió el concejal del Pp desde el ámbito de su propio grupo, tienen algo que ver con aquello.
No queremos pensar, porque agravaría aún más algo que ya de por sí es gravísimo, que el Alcalde de Cuenca se vea mezclado, de forma directa, en un asunto que tiene todos los tintes de responder a la actitud delictiva de alguien que pretende alcanzar sus objetivos coaccionando a una persona con técnicas mafiosas, para que deje de actuar con libertad de conciencia, y someterlo al chantaje del miedo.
No sabemos muy bien si el Portavoz del Equipo de Gobierno dijo ayer lo que dijo, acalorado por el momento que se acababa de vivir en el Pleno, y se prestó a servir de liebre a un Pulido aletargado; pero lo cierto y verdad es que sea como fuere, las declaraciones de Monserrat no vienen sino a complicar más lo que ya de por sí estaba más que enredado, y que Pulido sale, si cabe, aún peor parado tras lo dicho por su Teniente de Alcalde.
Lo único bueno que se desprende de toda esta pugna, es sin duda que por ahora no se puede privatizar el servicio del agua de la manera que pretendían hacerlo y, por tanto el Municipio no va a dejar aún de tener su control.
El agua es un recurso de riqueza irrenunciable que posee el municipio, y no se debe privatizar.
Se han privatizado otros servicios municipales, y seguro que se seguirán privatizando más en el futuro; la limpieza, el cementerio, etc.; sin embargo con ser básicos, no son servicios estratégicos para el crecimiento y desarrollo de nuestra ciudad, pero el agua sí.
No se trata tanto de si las gestiones para llevar a cabo los servicios de suministro de agua las lleva a cabo el Ayuntamiento, o una empresa privada, porque eso, con ser importante, no es ni mucho menos en Cuenca lo prioritario a tener en cuenta.
Precisamente aquí disponemos de dos ingredientes básicos que mantienen a esta tierra con una potencialidad de cara a su posible desarrollo industrial, que aún no se han sabido, o no se ha querido desde los poderes públicos, utilizar para que de los mismos se obtenga un rendimiento efectivo; uno es nuestra situación geográfica entre dos de los principales mercados de España, y por tanto también de Europa y, precisamente, el otro, un bien natural de especial relevancia para la mayoría de las empresas de producción como lo es el agua, y que ahora se quiere poner en manos del dominio privado.
El Ayuntamiento de Cuenca no puede perderle el control a la gestión del agua, porque es un elemento clave para negociar la implantación de riqueza en nuestra ciudad; no es posible dejar en manos de particulares un recurso de propiedad colectiva que puede servir de estímulo para atraer industria y por tanto la creación de empleo. El hecho de que en el pasado no se haya valorado debidamente la trascendencia de un bien del que somos afortunados, no debe ser el cimiento para que en la actualidad persistamos en el error y cerremos las puertas a la posibilidad de corregirlo en el futuro.
Las condiciones que se establecen con las empresas para suministrarles el agua necesaria, deben variar dependiendo de la contribución que haga cada una de las empresas al desarrollo de la ciudad y a la creación de empleo y bienestar, así como de las necesidades que existan para la fabricación de los productos. Está claro que la industria va colonizando aquellas zonas en las que encuentra facilidades para su implantación, y eso depende mucho de la viabilidad y garantía de los servicios para la elaboración y transporte de sus productos; y una de las prestaciones fundamentales está en el servicio de suministro de agua.
No debemos olvidar que ya el Pp intentó privatizar el servicio de suministro de agua cuando gobernó el Ayuntamiento en la anterior legislatura, y que antes de que se hiciese la concesión, que fue anulada por los juzgados, incluyó unos 1300 millones de las antiguas pesetas en los presupuestos del 99 para el último año de legislatura, dinero que gastaron en el asfaltado de las calles de Cuenca, por parte de la empresa Conrado Jiménez e Hijos, cuando faltaban un par de meses para la Elecciones Locales; dinero que incrementó en gran medida la deuda del Ayuntamiento.
Es honesta, decente e íntegra la actitud de Miguel Ortiz al votar a favor de frenar el expediente, aunque lo hiciera en contra de su grupo, porque el Partido Popular no incluyó en su programa electoral esta privatización y por tanto no era poseedor de autoridad moral para acometerla; es más, el propio alcalde, Francisco Pulido, siempre se expresó de forma bien diferente, pero este Equipo de Gobierno es incapaz de hacer una política municipal efectiva sin que haya prebendas de por medio; y las consecuencias ya las estamos viendo.
Si es verdad lo que manifestó Monserrat ante los medios de información, el Alcalde de Cuenca debe explicar qué era lo que se estaba ventilando en el Ayuntamiento cuándo Ortiz se dirigió a él en esos términos, por qué no hizo valer su autoridad, por qué dejó pasar el tiempo manteniéndonos a los conquenses en la más absoluta ignorancia, en qué preciso momento se produjeron los incidentes, y si las amenazas de muerte que recibió el concejal del Pp desde el ámbito de su propio grupo, tienen algo que ver con aquello.
No queremos pensar, porque agravaría aún más algo que ya de por sí es gravísimo, que el Alcalde de Cuenca se vea mezclado, de forma directa, en un asunto que tiene todos los tintes de responder a la actitud delictiva de alguien que pretende alcanzar sus objetivos coaccionando a una persona con técnicas mafiosas, para que deje de actuar con libertad de conciencia, y someterlo al chantaje del miedo.
No sabemos muy bien si el Portavoz del Equipo de Gobierno dijo ayer lo que dijo, acalorado por el momento que se acababa de vivir en el Pleno, y se prestó a servir de liebre a un Pulido aletargado; pero lo cierto y verdad es que sea como fuere, las declaraciones de Monserrat no vienen sino a complicar más lo que ya de por sí estaba más que enredado, y que Pulido sale, si cabe, aún peor parado tras lo dicho por su Teniente de Alcalde.
Lo único bueno que se desprende de toda esta pugna, es sin duda que por ahora no se puede privatizar el servicio del agua de la manera que pretendían hacerlo y, por tanto el Municipio no va a dejar aún de tener su control.
El agua es un recurso de riqueza irrenunciable que posee el municipio, y no se debe privatizar.
Se han privatizado otros servicios municipales, y seguro que se seguirán privatizando más en el futuro; la limpieza, el cementerio, etc.; sin embargo con ser básicos, no son servicios estratégicos para el crecimiento y desarrollo de nuestra ciudad, pero el agua sí.
No se trata tanto de si las gestiones para llevar a cabo los servicios de suministro de agua las lleva a cabo el Ayuntamiento, o una empresa privada, porque eso, con ser importante, no es ni mucho menos en Cuenca lo prioritario a tener en cuenta.
Precisamente aquí disponemos de dos ingredientes básicos que mantienen a esta tierra con una potencialidad de cara a su posible desarrollo industrial, que aún no se han sabido, o no se ha querido desde los poderes públicos, utilizar para que de los mismos se obtenga un rendimiento efectivo; uno es nuestra situación geográfica entre dos de los principales mercados de España, y por tanto también de Europa y, precisamente, el otro, un bien natural de especial relevancia para la mayoría de las empresas de producción como lo es el agua, y que ahora se quiere poner en manos del dominio privado.
El Ayuntamiento de Cuenca no puede perderle el control a la gestión del agua, porque es un elemento clave para negociar la implantación de riqueza en nuestra ciudad; no es posible dejar en manos de particulares un recurso de propiedad colectiva que puede servir de estímulo para atraer industria y por tanto la creación de empleo. El hecho de que en el pasado no se haya valorado debidamente la trascendencia de un bien del que somos afortunados, no debe ser el cimiento para que en la actualidad persistamos en el error y cerremos las puertas a la posibilidad de corregirlo en el futuro.
Las condiciones que se establecen con las empresas para suministrarles el agua necesaria, deben variar dependiendo de la contribución que haga cada una de las empresas al desarrollo de la ciudad y a la creación de empleo y bienestar, así como de las necesidades que existan para la fabricación de los productos. Está claro que la industria va colonizando aquellas zonas en las que encuentra facilidades para su implantación, y eso depende mucho de la viabilidad y garantía de los servicios para la elaboración y transporte de sus productos; y una de las prestaciones fundamentales está en el servicio de suministro de agua.
No debemos olvidar que ya el Pp intentó privatizar el servicio de suministro de agua cuando gobernó el Ayuntamiento en la anterior legislatura, y que antes de que se hiciese la concesión, que fue anulada por los juzgados, incluyó unos 1300 millones de las antiguas pesetas en los presupuestos del 99 para el último año de legislatura, dinero que gastaron en el asfaltado de las calles de Cuenca, por parte de la empresa Conrado Jiménez e Hijos, cuando faltaban un par de meses para la Elecciones Locales; dinero que incrementó en gran medida la deuda del Ayuntamiento.
Es honesta, decente e íntegra la actitud de Miguel Ortiz al votar a favor de frenar el expediente, aunque lo hiciera en contra de su grupo, porque el Partido Popular no incluyó en su programa electoral esta privatización y por tanto no era poseedor de autoridad moral para acometerla; es más, el propio alcalde, Francisco Pulido, siempre se expresó de forma bien diferente, pero este Equipo de Gobierno es incapaz de hacer una política municipal efectiva sin que haya prebendas de por medio; y las consecuencias ya las estamos viendo.
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