martes, 6 de noviembre de 2007
El de Cuenca es el único Campus acotado por los cuatro costados y dentro de una muralla
LA OPINIÓN.- Una vez más, una capital de las que conforman este invento que se empeñaron en llamar Castilla la Mancha, como es ahora el caso de Guadalajara, nos confirma que si ya Cuenca hacía honor a su eslogan de allá por los años sesenta, todavía agonizante la dictadura, de ser "única"; ahora después de treinta años de democracia, continúa siéndolo con mayor grado de merecimiento.
Es de sentido común, que cualquier ciudad en la que se implante un Campus Universitario, por pequeño que sea, siempre debe tener en cuenta una serie de aspectos urbanísticios sin los cuales, además de limitar sus posibilidades de ampliación en cuanto a la capacidad para nuevas titulaciones e instalaciones de diversa índole -deportivas, laboratorios, centros de investigación, auditorio, etc-, se impide la eficacia necesaria para cumplir con las funciones de docencia, investigación y convivencia.
El microcampus de la ciudad de Cuenca, se ha ido haciendo en la ladera de un cerro; muy, pero que muy inclinado y a base de retazos. Como aquellas madres que tenían la necesidad de añadir retales a la ropa de sus hijos, al ir quedándose pequeña conforme éstos crecían.
En primer lugar, el sitio en el que se implantó, pienso yo que por la inercia de que allí se encontraba el edificio de "Los Salesianos", ya venía acotado por el Cerro; con lo cual, sus posiblidades de ampliación ya eran menores que en un espacio abierto. Pero es más; para mayor "inri" de esta cuestión, la limitación a ese espacio también venía dada desde el comienzo, porque resulta que esta acotación por su parte trasera, también estaba por delante por la preexistencia del Hospital Provincial y una vía de trafico perimetral, además del río Júcar.
Por tanto, ya desde el momento que se "pensó" dónde situarlo, se establecieron las premisas para su pequeñez en todos los sentidos -en Cuenca siempre pensamos pequeño, con complejo-; incluso de la pequeñez de miras hacia el futuro más o menos lejano. No se trataba tanto de una Autonomía que se presuponía nos iba a resultar adversa, aunque esos mismos dirigentes que lo idearon en aquel lugar, fueran los que más defienden "el invento manchego"; sino de prever que alguna vez en el futuro esta ciudad tuviese alguna aspiración en materia universitaria.
Pero esto no iba a quedar en esa idea raquítica con la que se concebía el presente y fueturo universitario para Cuencia y su provincia; sino que además los universitarios de fuera tenían que ser objeto comercial del especulador inmobiliario; y se ideó un convenio urbanístico con Aurelio González, que se presentó como necesario para poder encajar alguno de los edificios de nueva planta, y encojonar más los existentes.
El caso es que se añadió una acotación más, llenando de bloques de edificios horrorosos, de esos de "a ladrillo visto como siempre" que enciman le dan al campus la sensación de una pequeña ciudad fortificada en la que los estudiantes se encuentran arrinconados y aislados de la vida.
Y es que Cuenca más que ser única, es la única en la que los dirigentes hacen este tipo cosas y encima la población tan contenta, siempre a verlas venir.
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