La poca ambición del anterior alcalde de Cuenca, José Manuel Martínez Cenzano, para plantearse con altura de miras el fututo universitario en Cuenca, y su política colaboradora con la especulación inmobiliaria, nos ha llevado a una situación precaria para la disposición de terreno suficiente de cara a las ampliaciones necesarias en el Campus de Cuenca; y por ello el actual alcalde, Francisco Pulido, debería estar ya manos a la obra para solucionar este problema, pero lamentablemente todo hace pensar que no es así.
Cualquier ciudad en la que se implante un Campus Universitario, por pequeño que sea, siempre debe tener en cuenta una serie de aspectos urbanísticos sin los cuales, además de limitar sus posibilidades de ampliación en cuanto a la capacidad para nuevas titulaciones e instalaciones de diversa índole -deportivas, laboratorios, centros de investigación, auditorio, etc-, se impide la eficacia necesaria para cumplir con las funciones de docencia, investigación y convivencia.
El microcampus de la ciudad de Cuenca, se ha ido haciendo en la ladera de un cerro; muy, pero que muy inclinado y a base de retazos. Como aquellas madres que tenían la necesidad de añadir retales a la ropa de sus hijos, al ir quedándose pequeña conforme éstos crecían.
En primer lugar, el sitio en el que se implantó, pienso yo que por la inercia de que allí se encontraba el edificio de "Los Salesianos", ya venía acotado por el Cerro; con lo cual, sus posibilidades de ampliación ya eran menores que en un espacio abierto. Pero es más; para mayor "inri" de esta cuestión, la limitación a ese espacio también venía dada desde el comienzo, porque resulta que esta acotación por su parte trasera, también estaba por delante por la preexistencia del Hospital Provincial y una vía de trafico perimetral, además del río Júcar.
Por tanto, ya desde el momento que se "pensó" dónde situarlo, se establecieron las premisas para su pequeñez en todos los sentidos -en Cuenca siempre pensamos pequeño, con complejo-; incluso de la pequeñez de miras hacia el futuro más o menos lejano. No se trataba tanto de una Autonomía que se presuponía nos iba a resultar adversa, aunque esos mismos dirigentes que lo idearon en aquel lugar, fueran los que más defienden "el invento manchego"; sino de prever que alguna vez en el futuro esta ciudad tuviese alguna aspiración en materia universitaria.
Pero esto no iba a quedar en esa idea raquítica con la que se concebía el presente y futuro universitario para Cuenca y su provincia; sino que además los universitarios de fuera tenían que ser objeto comercial del especulador inmobiliario; y se ideó un convenio urbanístico con Aurelio González, que se presentó como necesario para poder encajar alguno de los edificios de nueva planta, y encajonar más los existentes.
El caso es que se añadió una acotación más, llenando de bloques de edificios horrorosos, de esos de "a ladrillo visto como siempre" que enciman le dan al Campus la sensación de una pequeña ciudad fortificada en la que los estudiantes se encuentran arrinconados y aislados de la vida.
Y es que Cuenca más que ser única, es la única en la que los dirigentes hacen este tipo cosas y encima la población tan contenta, siempre a verlas venir.
Ya sabemos que la nueva ampliación de titulaciones es de nuevo injusta y absolutamente insuficiente para Cuenca, pero no por ello el Ayuntamiento debe dejarse los deberes sin hacer y provocar que de nuevo la Junta, y sus cómplices dentro del Rectorado, encuentren en ello una excusa para retrasarnos la puesta en funcionamiento de los nuevos estudios, y un motivo para a corto y medio plazo negarse a negociar para romper el desequilibrio e impedir que se consigan nuevas carreras. Hace un mes, el vicerrector del Campus de Cuenca, José Ignacio Albentosa, ya hacía unas declaraciones en este sentido.
Es urgente por tanto, que el Equipo de Gobierno Municipal que dirige Pulido, se ponga a trabajar y encuentre el suelo suficiente para utilizarlo como aval.
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