LA OPINIÓN.- En Cuenca se inaugura lo que sea con tal de que dé la sensación de que se hacen cosas; estos políticos de tres al cuarto le dan relevancia a la mayor tontería, con tal de salir en la foto para aparentar que se trata de algo importante.
No hace falta estar muy al tanto de la política local, para darse cuenta de que la falta de ideas por parte de unos y de otros, nos va haciendo caer a todos, poco a poco, en una rutina que, sin a penas darnos cuenta, nos aleja de lo que es realmente serio.
Cuando cada mañana leemos la prensa local, con un resquicio de ilusión por encontrar alguna noticia que nos levante el ánimo y que nos haga pensar que el cambio debido a las pasadas elecciones va a servir para algo, la intrascendencia de lo que vemos nos devuelve al pesimismo con el que cerramos el periódico del día anterior.
Será muy bonito contemplar la ciudad desde el pequeño mirador que han habilitado en lo alto del Arco de Bezudo en el Castillo de Cuenca; pero no deja de ser una insignificancia que no requiere un acto de inauguración con la presencia de toda clase de representantes institucionales, como el alcalde Francisco Pulido, el subdelegado del Gobierno, Julio Magdalena, el presidente de la Diputación, Juan Ávila o las concejales de Turismo y Participación Ciudadana, Raquel Vieco y Angustias de la Cruz; lo que no se explica es cómo cabían en un espacio tan pequeño; porque allí, entre autoridades, allegados y medios de información, no faltaba ni el apuntador.
En lugar de aparecer una foto, con un Alcalde de Cuenca sonriente en este tipo de minucias; ¿no opinan que seguramente el Alcalde debería estar más concentrado en cómo lograr los proyectos que, o no llegan a Cuenca, o lo hacen con décadas de retraso; y dejarle esas otras tareas a algún Concejal?
¿No les parecería mejor la foto de un subdelegado en un despacho, transmitiendo a la ministra de Fomento la indignación de los conquenses por la eternización injustificada de las obras de la Autovía de Tarancón; o por infraestructuras como la Cuenca-Teruel que nunca llegan? ¿No sería mejor una imagen del presidente de la diputación, al lado de empresarios como los que cada dos por tres anuncian la implantación de nuevos proyectos industriales en las provincias vecinas, haciendo lo propio en Cuenca?
Pero no, aquí operetas como la de este sábado en el arco de Bezudo es a lo más que aspiramos.
El Alcalde de Cuenca no debe excluirse del debate de los principales asuntos que afectan al desarrollo y al futuro de nuestra ciudad; por ejemplo, ¿cuál es su opinión sobre la última autovía anunciada, “La Transmanchega”, que supone un nuevo e importantísimo revés para las aspiraciones de que se haga la Cuenca-Teruel o, para estar unidos a C. Real por la prometida autovía de La Almarcha?
Pero tampoco le queda muy atrás el susodicho Portavoz del Psoe; que en lugar de recriminar a Pulido su falta de diligencia en estas cuestiones, o de presentar en el Pleno propuestas que suplan la inexistencia de iniciativas importantes en el Equipo de Gobierno; lo que hace es aparecer, día sí y día también, en los medios para quejarse de las cuestiones más banales, como por ejemplo de la organización del concierto de Bob Dilan; y, en lo que puede, para echarle un capote a la Junta y llenarla de ramos de flores. O, lo que aún es más absurdo, que cuánto le va a costar a los conquenses la paralización de las obras del edificio de Moneo, por una mala gestión de su propio Partido. Y es que no le interesa a este líder de la oposición en el Consistorio, como tampoco le interesó a Cenzano siendo el Alcalde, remover demasiado el espíritu de los conquenses, no sea que lleguen las cosas muy lejos, y luego sus jefes, ya se sabe, se enfadan y lo sacan de sus planes.
Y mientras tanto; qué pasa con el Tren, las Autovías, el Hospital, las Industrias, el Palacio de Congresos y Exposiciones, la Cuenca Capital Europea de la Cultura, el Polígono Avanzado de Empresas, El Parque Científico Tecnológico, el injusto reparto de titulaciones universitarias, los institutos de investigación, cumplir el acuerdo para convocar la consulta pública y poder tener una auténtica Estación del AVE y no un Apeadero; y un largo etcétera.
Ya se sabe, que donde reina la mediocridad, hasta la mayor tontería parece importante. Lo malo es que eso se acaba contagiando.
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