Existen dos núcleos diferenciados; el casco histórico, y la parte baja o centro nuevo, con una dualidad, por tanto, de centros de influencia de costoso sostenimiento, que se constata, por ejemplo, con los sucesivos planes de revitalización del centro histórico y de barrios como Tiradores y San Antón.
A lo anterior, debemos añadir que la ciudad de Cuenca tiene una morfología alargada, no concéntrica ni circular como sería lo deseable. Debido al afán especulador por parte de los constructores, y a la pésima planificación de los sucesivos alcaldes, nuestra ciudad se ha ido desarrollando por donde se encontraba el suelo más barato, y el interés que suponían las tres carreteras de acceso, que además abarataban los costes de urbanización. El resultado ha sido una ciudad dispersa, cara, incómoda y difícil de sostener para la prestación de los servicios básicos.
El objetivo que nos plantean, difícil de creer, para la salida de la nueva estación fuera del núcleo urbano, es la creación de un nuevo centro de influencia, a 6 km de Cuenca, que propicie el desarrollo de la ciudad en esa dirección. Nos encontraríamos, pues, con tres centros de influencia, las actuales ciudad antigua y moderna; y además una pequeña ciudad exterior en torno al Apeadero.
Cualquiera que se preocupe un poco, y razone qué es lo conveniente para el urbanismo, sin afán de negocio especulativo, apuesta claramente por una ciudad más compacta y, por tanto, en contra de la existencia de una ciudad exterior. Los ejemplos más claros en nuestro País de una mala política en ese sentido, los tenemos en la costa, con las consecuencias nefastas conocidas por la mayoría.
¿Cuáles son los perjuicios principales que supondría al Municipio la existencia de una ciudad exterior, que surja bajo el interés del AVE?
Perjuicios económicos, por el incremento de costes para el mantenimiento de las nuevas infraestructuras necesarias que requiere, por ejemplo, el viario largo y despoblado que nos llevaría a esa ciudad externa, casi inconexa; y también el coste sobreañadido para nuevos sistemas de alumbrado, alcantarillado, limpieza, ajardinamiento, seguridad, transporte público, etc.
No hay que ser imaginativo, para concluir que el Ayuntamiento se vería sometido a una inmensa carga que se tendría que sufragar con seguridad con el incremento de los impuestos y tasas actuales, y la creación de otras nuevas. La urbanización que se crearía alrededor de La Estrella conllevaría unos gastos, que estarían muy por encima de los ingresos que aportara. Se debe tener en cuenta que el propio proyecto del Plan de Ordenación Municipal –POM-, establece una población de unos 230 mil habitantes, para que se llene el hueco entre Cuenca y La Estrella; y eso no parece probable, no sólo en muchísimos años, sino tal vez nunca.
Perjuicios psicológicos, ya que la falta de continuidad con la ciudad repercute en varios aspectos que son tratados en los estudios sobre la psicología social en las ciudades; como, por ejemplo, el aumento de la percepción de lejanía que lleva al desarraigo entre ambas zonas, por la falta de continuidad que supone una distancia despoblada tan grande; así como la sensación de inseguridad en las horas que falta la luz solar, y el pensamiento que induce a tener que desplazarse más en el automóvil propio.
Perjuicios sociales, ya que la repercusión más inmediata de una ciudad externa se cebaría sobre los colectivos más desfavorecidos. Especialmente la gente mayor y los jóvenes –estudiantes y trabajadores que tengan que desplazarse diariamente a Madrid, a Valencia, a Albacete-, porque el aumento de las distancias les supone una dificultad para el acceso a esos servicios, con la carestía para la economía de las familias.
Lo que pretenden los constructores que han comprado terrenos en el entorno de La Estrella –como Germán Chamón (secretario provincial del Pp), Perfecto Álvarez (consejero delegado en la CCM del Pp y tío del gerente de urbanismo, Héctor Álvarez), Méndez Pozo (editor de la Tribuna), los tres estando asociados en Verdes Desarrollos Urbanos; Gonzalo Igualada (ingeniero municipal de caminos y jefe de planificación del Ayuntamiento, que es socio de DALPA, que forma parte de DAVECON, y es autor del informe con datos falsos contra el soterramiento de las vías), Abraham Sarrión (presidente de la CEPYME, y participante en La Mesa del Pacto por Cuenca), entre otros-; y los políticos que amparan la ubicación a 6 km de Cuenca, es crear el llamado técnicamente “espacio de la muerte”.
¿Qué significa “espacio de la muerte? Pues en este caso dejar la amplia zona que hay entre Cuenca y el Apeadero, en tierra de nadie. Es la técnica que utilizan los constructores, a veces con la colaboración necesaria de los políticos que administran las instituciones, para hacerse con grandes beneficios por el incremento artificial del valor donde levantan sus promociones de viviendas, con respecto del suelo que compraron al lado del estercolero a bajo precio por estar en un lugar que antes de crearse lo que lo motiva –la Estación- carecía de todo interés.
Para realizar esta maniobra (que puede ser ilegal si se desprende del conocimiento anticipadamente privilegiado de las actuaciones de la Administración, o de su influencia para que se implanten allí instalaciones públicas de gran interés ciudadano), lo que hay que hacer es crear nuevos centros de interés a una distancia determinada de la ciudad, dejando un espacio libre entre la actual periferia y aquella zona.
Este “espacio muerto” que hay de por medio, ya siendo propiedad de las constructoras, dejará cuando se levanten los edificios de ser una zona periférica o alejada y por tanto sin interés urbanístico, y se generará en él el mismo interés inmobiliario que si se tratase del espacio central.
Por todo ello, además de las cuestiones que afectan en exclusiva a la funcionalidad del AVE y a su contribución para el desarrollo de Cuenca, el Referéndum sobre la ubicación de la Estación es algo sobre lo que todo el mundo debe reflexionar para el momento de acudir a las urnas, y claro firmar antes los impresos que ya se están repartiendo por el comercio, comunidades de vecinos, etc.
A lo anterior, debemos añadir que la ciudad de Cuenca tiene una morfología alargada, no concéntrica ni circular como sería lo deseable. Debido al afán especulador por parte de los constructores, y a la pésima planificación de los sucesivos alcaldes, nuestra ciudad se ha ido desarrollando por donde se encontraba el suelo más barato, y el interés que suponían las tres carreteras de acceso, que además abarataban los costes de urbanización. El resultado ha sido una ciudad dispersa, cara, incómoda y difícil de sostener para la prestación de los servicios básicos.
El objetivo que nos plantean, difícil de creer, para la salida de la nueva estación fuera del núcleo urbano, es la creación de un nuevo centro de influencia, a 6 km de Cuenca, que propicie el desarrollo de la ciudad en esa dirección. Nos encontraríamos, pues, con tres centros de influencia, las actuales ciudad antigua y moderna; y además una pequeña ciudad exterior en torno al Apeadero.
Cualquiera que se preocupe un poco, y razone qué es lo conveniente para el urbanismo, sin afán de negocio especulativo, apuesta claramente por una ciudad más compacta y, por tanto, en contra de la existencia de una ciudad exterior. Los ejemplos más claros en nuestro País de una mala política en ese sentido, los tenemos en la costa, con las consecuencias nefastas conocidas por la mayoría.
¿Cuáles son los perjuicios principales que supondría al Municipio la existencia de una ciudad exterior, que surja bajo el interés del AVE?
Perjuicios económicos, por el incremento de costes para el mantenimiento de las nuevas infraestructuras necesarias que requiere, por ejemplo, el viario largo y despoblado que nos llevaría a esa ciudad externa, casi inconexa; y también el coste sobreañadido para nuevos sistemas de alumbrado, alcantarillado, limpieza, ajardinamiento, seguridad, transporte público, etc.
No hay que ser imaginativo, para concluir que el Ayuntamiento se vería sometido a una inmensa carga que se tendría que sufragar con seguridad con el incremento de los impuestos y tasas actuales, y la creación de otras nuevas. La urbanización que se crearía alrededor de La Estrella conllevaría unos gastos, que estarían muy por encima de los ingresos que aportara. Se debe tener en cuenta que el propio proyecto del Plan de Ordenación Municipal –POM-, establece una población de unos 230 mil habitantes, para que se llene el hueco entre Cuenca y La Estrella; y eso no parece probable, no sólo en muchísimos años, sino tal vez nunca.
Perjuicios psicológicos, ya que la falta de continuidad con la ciudad repercute en varios aspectos que son tratados en los estudios sobre la psicología social en las ciudades; como, por ejemplo, el aumento de la percepción de lejanía que lleva al desarraigo entre ambas zonas, por la falta de continuidad que supone una distancia despoblada tan grande; así como la sensación de inseguridad en las horas que falta la luz solar, y el pensamiento que induce a tener que desplazarse más en el automóvil propio.
Perjuicios sociales, ya que la repercusión más inmediata de una ciudad externa se cebaría sobre los colectivos más desfavorecidos. Especialmente la gente mayor y los jóvenes –estudiantes y trabajadores que tengan que desplazarse diariamente a Madrid, a Valencia, a Albacete-, porque el aumento de las distancias les supone una dificultad para el acceso a esos servicios, con la carestía para la economía de las familias.
Lo que pretenden los constructores que han comprado terrenos en el entorno de La Estrella –como Germán Chamón (secretario provincial del Pp), Perfecto Álvarez (consejero delegado en la CCM del Pp y tío del gerente de urbanismo, Héctor Álvarez), Méndez Pozo (editor de la Tribuna), los tres estando asociados en Verdes Desarrollos Urbanos; Gonzalo Igualada (ingeniero municipal de caminos y jefe de planificación del Ayuntamiento, que es socio de DALPA, que forma parte de DAVECON, y es autor del informe con datos falsos contra el soterramiento de las vías), Abraham Sarrión (presidente de la CEPYME, y participante en La Mesa del Pacto por Cuenca), entre otros-; y los políticos que amparan la ubicación a 6 km de Cuenca, es crear el llamado técnicamente “espacio de la muerte”.
¿Qué significa “espacio de la muerte? Pues en este caso dejar la amplia zona que hay entre Cuenca y el Apeadero, en tierra de nadie. Es la técnica que utilizan los constructores, a veces con la colaboración necesaria de los políticos que administran las instituciones, para hacerse con grandes beneficios por el incremento artificial del valor donde levantan sus promociones de viviendas, con respecto del suelo que compraron al lado del estercolero a bajo precio por estar en un lugar que antes de crearse lo que lo motiva –la Estación- carecía de todo interés.
Para realizar esta maniobra (que puede ser ilegal si se desprende del conocimiento anticipadamente privilegiado de las actuaciones de la Administración, o de su influencia para que se implanten allí instalaciones públicas de gran interés ciudadano), lo que hay que hacer es crear nuevos centros de interés a una distancia determinada de la ciudad, dejando un espacio libre entre la actual periferia y aquella zona.
Este “espacio muerto” que hay de por medio, ya siendo propiedad de las constructoras, dejará cuando se levanten los edificios de ser una zona periférica o alejada y por tanto sin interés urbanístico, y se generará en él el mismo interés inmobiliario que si se tratase del espacio central.
Por todo ello, además de las cuestiones que afectan en exclusiva a la funcionalidad del AVE y a su contribución para el desarrollo de Cuenca, el Referéndum sobre la ubicación de la Estación es algo sobre lo que todo el mundo debe reflexionar para el momento de acudir a las urnas, y claro firmar antes los impresos que ya se están repartiendo por el comercio, comunidades de vecinos, etc.
3 comentarios:
El interés por Cuenca, la racionalidad y un mínimo de sentido común es lo que traería la estación al centro. Ahora es el momento de decidirlo. Que no nos engañen que no mantengan mas esta mentira, problamente el mayor engaño a todos los ciudadanos de Cuenca.
Los conquenses ya se han expresado y lo que piden por ser lo mejor, es la estación en el centro. Además votaremos a favor de la estación en el centro y será una realidad.
Ya es hora de que los conquenses puedan decidir dónde quieren la Estación del AVE. Cuatro políticos, y cuatro constructores, han dispuesto lo que a sus intereses les favorece, sacar la Estación del centro para que sus construcciones se revaloricen.
Los políticos deben de entender que los usuarios del AVE son los más afectados con esta decisión y puesto que son una gran mayoría son los que deben decidir dónde va la Estación, si en el centro o en la Estrella. Hay miles de razones por las que los intereses a algunos les favorecen, pero hay también razones fundamentales para el desarrollo de esta gran infraestructura que desvirtuaría su propio concepto. No se puede hacer un AVE, que es un tren de alta velocidad, para añadirle en llegar a la Estación, un tiempo extra al usuario. Los AVES se construyen de centro de ciudad, a centro de ciudad, en el AVE no existen tiempos añadidos porque deterioraría su efectividad y su competitividad con otros medios de comunicación. Una consulta del Alcalde al pueblo de Cuenca, es lo adecuado.
Serán los ciudadanos quienes decidirán, no cuatro señores que no nos representan, y que solo defienden su negocio.
Cuenca decidirá, los ciudadanos se pronunciarán una vez mas por la estación en el centro y esta vez a través de referéndum.
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