Federico Mayor Zaragoza firmando en el Libro de Honor
Hoy nos despacha el Sr Arribas, que fue presidente de la Diputación Provincial, y concejal del Ayuntamiento de Cuenca en varias legislaturas en las filas del Psoe, con una carta en El Día, en la que tal vez tenga parte de razón, pero a cuyo contenido se tienen que aplicar los "socialistas" de Cuenca y Castilla la Mancha, incluido él, que son unos auténticos expertos para apropiarse el reconocimiento hacia sí, de lo que es fruto exclusivo de merecimientos ajenos.
Su artículo lo titula “Una cuestión de justicia”, para denunciar lo que considera una iniquidad con respecto al nombramiento del Exdirector General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, como hijo adoptivo de Cuenca, con respecto a algunas personas, como el anterior Alcalde, José Manuel Martínez Cenzano, que para él fueron “las que realmente pusieron su esfuerzo y su tiempo y el de las Instituciones, por ellos dirigidas, para que aquella declaración prosperara”.
Parece que se le olvida al expresidente de la Diputación y exconcejal del Ayuntamiento de Cuenca, que el esfuerzo de estos señores, como políticos profesionales, entraba dentro de su nómina; y, que lo que realmente se debe premiar con el reconocimiento de ciudadanos e instituciones, no es lo que se desprende de la obligación de los cargos, pues para ello ya se recibe reconocimiento más que sobrado a través de las urnas –hasta tres veces lo hicieron los conquenses con el Sr. Cenzano-, sino el trabajo altruista de algunos por el futuro y el desarrollo de nuestra ciudad. Pero eso para estos políticos, como el propio Arribas, ya es harina de otro costal.
No obstante, no deseo ser yo quien pretenda quitar mérito a quien hizo todo lo que estuvo en sus manos para que Cuenca recibiera tan prestigioso galardón, como es toda la labor realizada por aquellas autoridades, entre las que destaca Martínez Cenzano; aunque sea solamente en aquella cuestión puntual, que no por ello carente de relevancia, y no en otras; pues dejaron de lado otros aspectos quizá incluso más importantes; como es todo lo referente a las infraestructuras de comunicación, al proceso de implantación y ampliación de titulaciones universitarias, a aprovechar el impulso de la economía nacional para encontrar en la industria una oportunidad también en nuestra tierra, o a la dotación de edificios y elementos necesarios para que la cultura y el turismo sean de verdad un canal para el progreso de Cuenca y no sólo promesas, como los veinticinco años sin Palacio de Congresos, con lo que a buen seguro Cuenca no se encontraría, como lo está en la actualidad, ocupando un puesto de cola en los indicadores socioeconómicos de todos los informes.
Pero en fin, si se trata de hablar de la ética en cuanto a los reconocimientos, no es precisamente la figura de Martínez Cenzano un ejemplo a seguir, pues fue un Alcalde que no se daba en absoluto a conceder el privilegio del honor merecido hacia aquellos que han antepuesto su labor incondicional y altruista, por encima de sus obligaciones, para el beneficio colectivo de los conquenses; sino más bien al contrario, fue un corregidor que primero obstaculizaba la labor de éstos, porque necesariamente era contraria a los designios de sus propios jerarcas de Partido, y después, si lo lograban, se apropiaba sin pudor atribuyéndose hacia sí y los suyos los méritos.
Dos ejemplos que definen con fidelidad la clase de injusticia a la que alude el Sr. Arribas en su escrito, son el AVE y la Autovía de Tarancón, cuya consecución supuso sudores y lágrimas para quienes lo trabajaron y, sin embargo, además de la ingratitud general que recibieron en la ciudad, también se encontraron con el hurto de toda esa labor por parte de quienes fueron sus mayores detractores durante el proceso; como, por ejemplo, Martínez Cenzano y quien pide hoy reconocimiento y justicia para él.
¿Recuerdan que el Psoe llenó la ciudad de grandes paneles y editó una revista, al día siguiente del histórico acuerdo de Murcia, por el que Cuenca consiguió el AVE, con la palabra “HACEMOS”?
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